Tanto tiempo tratando de descubrirme a mí misma, para entenderme, para conocerme, y me he vuelto a encontrar donde mismo estuve alguna vez. Siento que no tengo idea de lo que soy ni de lo que quiero. Me he sorprendido sujetando el miedo que creí era sólo tuyo. Lo deposité en ti como en un espejo. No quería tener ese miedo y tampoco lo quiero ahora.
Me pregunto a mí misma qué hacer y no encuentro la respuesta. Perdí mis ideas por ahí, se me cayeron. ¿Dónde dejé la valentía de tantos impulsos que alguna vez cometí? Sé que eran demostraciones impulsivas, y hasta tal vez inmaduras, incómodas. Pero al menos yo me sentía cómoda haciéndolo. Ahora me avergonzaría. Si me avergüenza hasta pensar en hacerlo, me importa demasiado lo que pensarías. Y al fin y al cabo, no debiera importarme como quizá a ti no te importa qué pienso yo en estos momentos.
Sé que no es justo hacer suposiciones, que no puedo adivinar lo que se dibuja en tu mente, pero a veces los actos, e incluso, los no-actos, los silencios, hablan por sí solos. Si te importara… Si te importara… ¿Qué harías?
Detesto vivir con miedos, y al final, vivo llena de ellos, es irónico porque hasta tengo miedo de tener miedo.
Me da rabia ser tan tonta y empujarme a esto, saber que está mal, ser incapaz de cortar la cuerda que me une a esta mierda, ser tan masoquista y saber que si me llamas no puedo decirte que no. Y lo que es peor, ni siquiera me buscas tanto, no soy indispensable para ti, ni la mitad de importante que eres tú para mí. Digo que no quiero jugar a este juego pero soy la primera en tirar los dados, me emborracho con la adicción de tus besos. Es una locura, es un cliché, es estúpido. Y me doy demasiada rabia porque en condiciones normales, en el diario vivir me niego todo esto, lo niego al resto y a mí misma, pero una remezón de hormonas y ¡Boom! Salen todos estos sentimientos y resentimientos.
No sé por qué hago la mitad de las cosas que hago, me desconozco y no sé de qué forma estoy viviendo mi vida, esto a nivel general, no sólo en relación a ti.
Y quisiera poder decirte que sería tan feliz si estuvieras conmigo, que me imagino cómo sería nuestra vida de compartir experiencias, crecer juntos como personas, conocer lugares, gente, hacer cosas los dos como, si fuéramos uno.
Soy tan terca y a la vez tan cobarde. Sólo quiero sentirme siempre cómo me siento cuando estás a mi lado, cuando me abrazas, cuando me besas, sólo quiero sentir eso todos los días.
Nadie puede darte la seguridad de no despertar un día sintiendo que ya no quieres estar con la persona que tienes a tu lado, pero hay algo que cambia, una disposición diferente si es que estás en una relación seria con esa persona, una falsa sensación de seguridad tal vez, pero no es lo mismo que no tener ningún compromiso con la persona. Cuando simplemente te das besos con alguien cuando lo ves, cuando ni siquiera tienes una relación abierta o con esos miles de nombres que tienen las relaciones “light” de ahora, las posibilidades de que te cambien por otra persona o que hayan más personas se te refriegan en la cara.
Me preguntaron por qué yo no estaba dispuesta a hacer las cosas así, como él quería, por qué no podía jugar a ese juego. Y la verdad es sólo miedo. Miedo que como no hay ningún compromiso, nada que te ate a la otra persona, venga alguien y se lleve las migajas con las que yo me haya conformado.
Aún no tengo claro cómo voy a enfrentar los caminos, no quiero estar sentada en este páramo por mucho más tiempo, no sé si hace frío o si hace calor, sólo sé que quiero moverme, avanzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario